Con la cabeza sumergida en un mar de preguntas; cegada por el rencor, miro al cielo buscando paz entre tanta guerra. La luna serena no encuentra palabras de alivio; mi fe, mi razón, se rinden, no soportan el peso que causa tanto resentimiento. Mi mano derecha, el orgullo, levanta mi cuerpo y continua navegando en aguas peligrosas.